martes, 17 de abril de 2012

EL DÍA QUE ME HICE UNA BRECHA

Era una tarde soleada y cálida, yo estaba con Alejandro en el parque montando en bicicleta, tenía cuatro o cinco años y una bici pequeña de color amarillo y azul con un manillar rojo. Estábamos bajando una rampa desde el quiosco hasta la entrada de la urbanización. Bajábamos la rampa muy rápido y Alejandro se me cruzó sin avisarme y como no me di cuenta me choqué con él y al ir con esa velocidad salí disparado de la bici. La entrada de mi urbanización está hecha por dos bordillos bajos y afilados, y justo caí con la nariz en el filo del bordillo izquierdo y me quedé clavado. Alejandro se cayó también, pero él fue deslizándose por el suelo, y cuando se levantó y me vio sangrando, se fue corriendo a llamar a mi madre. Ella estaba con su amiga Merche y sus dos hijas, Merche y Tamara, también estaba Víctor, mi vecino, y al enterarse mi madre se fue corriendo con Merche a por mí. Mi madre me cogió y me tapó la herida con la mano mientras corría al ambulatorio, que ahora es la oficina de correos.

Cuando llegamos al ambulatorio, al verme la enfermera no me hicieron esperar, me metieron directamente y al meterme la enfermera me puso anestesia local y, de repente, se metieron tres doctores y una enfermera más. Un doctor le dio una aguja puntiaguda a la enfermera y otra le dio una especie de hilo transparente. Me empezó a coser y yo estaba notando una sensación dolorosa y desagradable. Mi madre, mientras que me estaban cosiendo, me intentaba animar para que no me pusiera más nervioso de lo que estaba, la enfermera seguía cosiendo y yo quejándome de dolor en algunos pinchazos. Cuando terminó de coserme, la enfermera me preguntó que si había sido para tanto y yo le dije que no. Al irnos, mi madre me compró un juguete y fuimos a merendar al Burger. Al llegar mi padre a casa, me preguntó que qué tal estaba y yo le conté todo lo que había pasado, aunque él ya lo sabía, pero me escuchó como si nada.


MARIO ADÁN GARCÍA, 3ºE

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