Los animales empezaron a huir, corrían y se escondían donde podían, la familia de golondrinas que anidaba en una de mis ramas más altas no tardó en echar a volar, yo tenía mucho miedo, no sabía lo que iba a ocurrir, tampoco sabía qué hacer, entonces el ruido paró y por el bosque ya no había movimiento. Me tranquilicé un poco pero en unos segundos empecé a escuchar voces, voces de hombres y sin poder entender lo que decían se iban acercando hacia mí. Llevaban algo en las manos, no conseguía ver exactamente lo que era porque todavía estaban lejos. A cada minuto que pasaba estaba más preocupado, se pararon delante de mi primo Chopy que era algo más alto que yo y sin pensárselo dos veces empezaron a cortar sus ramas más bajas con los objetos que llevaban en las manos, que hasta ese día yo desconocía su utilidad. Y en poco tiempo acabaron con su vida, lo mataron. Aún me pregunto qué fue de él… Después no lo dudaron y vinieron hacia mí. Me hicieron exactamente lo mismo. Y aquí acabó mi vida como árbol para convertirme en una vieja silla en la que nadie se sienta.
ANA MUÑOZ Y NAIMA ORVICH, 3º G
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