Era una tarde de un gélido invierno. Todo estaba nevado. Era el perfecto paisaje de un bosque nevado.
Agitábamos nuestras ramas al son del viento. Había un agradable sol que me daba en toda la cara. Un sol naranja, con ardientes rayos reflejados en mí: un melocotonero.
Paseaban por allí una familia agradable que iban a hacer un pic-nic al lado del río. El mayor de todos, el hombretón, cogió cuatro melocotones de mí, los lavó con agua de una botella y, a continuación, dio un mordisco a uno de ellos. Su cara era de un placer y satisfacción insaciable.
-¡Qué ricos!– dijo el hombretón.
Al cabo de horas y horas, a las 18:00 se fueron de allí, la nieve se había derretido, sólo había encinas, pinos, alcornoques, etc… Pero ahora no era el paisaje perfecto. Mi satisfacción se redujo a NADA y me quedé bloqueado.
-¡Mañana será otro…día magnífico!-dije…- Pero ahora sólo pensaba en dormirme. Y al cabo de una hora… me dormí.
NOELIA ORTIZ POLO, 3º G
1 comentario:
Muy bien Noelia! esta muy bonito =)
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