MEMORIAS DE UNA CUCHARA
Ahora que soy vieja y sé que dentro de poco no seré más que un cubito de acero, me pongo a recordar aquellos tiempos en los que pertenecí a la vajilla de uno de los grandes restaurantes de Madrid. ¡Aquella vida de lujo, lavada en los mejores lavavajillas y utilizada por los mejores comensales! Hice degustar muchos platos, a cada cual más especial, haciendo disfrutar hasta a los críticos más ariscos.Éramos una vajilla en armonía, no había rivalidades entre cucharas y tenedores, incluso los platos no protestaban cuando los arañábamos. Pero todo esto fue decayendo al perder el restaurante su prestigio. Echaron a la mayoría de los cubiertos, algunos consiguieron otro trabajo; otras como yo estamos esperando en un puente de reciclado para convertirnos en, ¡a saber qué!
MARTA MARTÍNEZ PALLARÉS, 3ºA
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MEMORIAS DE UN LÁPIZ
Desde que salí de la caja de la papelería donde estaba con mis compañeros, llevo una vida muy ajetreada. Vivo en un estuche, donde hay pinturas muy cursis, un portaminas que se cree muy importante, un borrador gordo que ocupa mucho sitio, unos bolígrafos creídos y un sacapuntas chismoso y pesado. Creo que me usan demasiado, otras veces me caigo desde una mesa, o me lanzan a otra persona. Pero yo creo que vivo más o menos bien, que me dejan descansar por las noches hasta el próximo día, que trabajo muy bien y doy lo mejor de mí.Y cuando mejor vivo es cuando él tiene vacaciones.JORGE BORJA LÓPEZ, 3ºA
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MEMORIAS DE UN LIBRO
De la unión de muchas palabras escritas en hojas nací yo. Me metieron en una oscura caja, junto a otros muchos libros como yo. Pasado un tiempo, me colocaron en lo alto de una estantería, desde allí podía observar toda la papelería. Pasaban muchas personas, que compraban revistas, cuadernos..., me encantaba ver a la gente comprar, pero dentro de esa alegría me entristecía que nadie se fijase en mí. Soñaba con que alguien me leyera y se divirtiera con mis historias. Un día llegó un chico a la pepelería y me compró. La dependienta me metió en una bolsa blanca, y me fui con él.
Al día siguiente me empezó a leer, era genial, cuando terminó de leerme, me pregunté: ¿qué pasará ahora conmigo? Mi sorpresa fue que me regaló a otro niño más perqueño. Me alegré mucho porque pensé que me volverían a leer. Aunque no fue así, el niño se entretenía pintándome, escribiendo en mis hojas y arrancándolas. Entonces, pensé que hubiese sido mejor haberme quedado en mi papelería viendo a la gente.
GEMA OLIVAS MARTÍN, 3ºA
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MEMORIAS DE UNA ALFOMBRA
No sé por qué la gente se cree superior a mí. Se piensan que pueden pasar por encima de mí como si tal cosa, y de hecho lo hacen. Pero hay diferentes grados de falta de respeto. Los primeros, tan sólo me pisan. Siento un gran peso encima, pero no dura demasiado. Los que se pasan más son los que comienzan a dejar el polvo de sus zapatos en mí. ¡Qué se han creído! ¿Que pueden limpiarse y dejar sus desperdicios en mi suave tela? Los peores, definitivamente son los niños. Saltan, brincan, me cogen, me tiran por los aires..., qué no hacen conmigo. Es realmente indignante. Aunque pesan menos que las personas adultas, son lo peor que hay. El otro día empezaron a tirar de todos mis extremos y sentí que me iba a descoser. Pero, por suerte, eso no pasó. ELISA RODRÍGUEZ ZULLIGER, 3ºD
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MEMORIAS DE UNA ENTRADA DE FÚTBOL
Soy una entrada de fútbol. Soy muy feliz desde la primera vez que me usaron, cuando salí de la taquilla y me pusieron en manos de un niño que iba a ver al Atlético de Madrid. Primero me pasó por el lector de "Entradas" y luego me guardó en una cartera muy calentita, hasta que acabó el partido y me llevó a su casa, donde estoy ahora colgada de una chincheta en la pared, y cuando tengo polvo me limpian.
MOISÉS DEL DEDO MESONERO, 3ºA
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MEMORIAS DE UNA LÁMPARA
Estuve mucho tiempo encerrada en la sona más oscura de una habitación. Estuve, también, mucho tiempo pensando cómo o simplemente cuándo saldría de allí, y aunque los demás me dijeran que algún día lo conseguiría, ya no sabía qué pensar.Un día se abrió la puerta y se vieron dos siluetas de unos seres muy extraños que no había sentido nunca antes. Algunos decían que se llamaban humanos, otros personas... pero ninguno se aclaraba. Una de esas dos siluetas se acercó a mí, me agarró por mi única pierna y me sacó fuera. Yo soy ciega desde que era muy pequeña, por lo tanto, sabía que eran dos porque me lo dijeron mis amigas. Me dejaron un rato apoyada en una superficie plana, después volvieron y con las manos heladas me tocaron el ojo, me pulsaron una especie de botón que tenía en la cola y de repente empezó a haber luz hasta que volví a ver como el primer día. Me llevaron a otra habitación de color azul clarito, donde había un pequeño personajillo muy hermoso. Me colocaron en una mesilla de noche y desde entonces sigo ahí colocada con la obligación de observar todas las noches al bebé para que no tenga miedo de la oscuridad y no le ocurra nada. NEREA LÓPEZ NODAL, 3ºC
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MEMORIAS DE UNA MESA
Estaba en mi tienda con mis hermanas de árbol y de repente me cogieron y me llevaron al almacén, me vistieron un plástico esponjoso y me metieron en un camión. Me bajaron en un portal, me subieron por el ascensor, me desvistieron del plástico y me pusieron en el centro del salón. Al día siguiente me pusieron un mantelito rojo, vasos, platos, bandejas de canapés... y se sentaron a cenar. Y cuando terminaron se pusieron a coger unas uvas y a comérselas con los cuartos de un reloj y al final brindaron con cava. Al día siguiente me quitaron el mantel y todos los adornos y me colocaron a un lado del salón. Y ahí sigo, esperando a que sea Nochevieja otra vez.DANIEL GARCÍA LINDO, 3ºC
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MEMORIAS DE UN PAQUETE DE SALCHICHAS
Todo comenzó cuando, en una pequeña granja, mataron a un gran cerdo; de éste salieron jamones, costillas y todo tipo de comida.
A mí me llevaron a una gran fábrica que tenía un gran cartel luminoso en el que ponía "Óscar Mayer". Ahí me echaron todo tipo de productos, me hicieron un pequeño agujero y me metieron queso fundido, después me metieron en un paquete y me subieron a un gran camión. Llegué hasta un supermercado. Me subieron a una estantería, a mi lado había barras de choped, jamones y más carnes. A los cuatro días llegó una señora con sus hijos, me subió a un carro y me llevó a su casa. Me abrieron y me metieron a mí y a mis hermanas en el microondas; tras un rato me pusieron en un plato, me echaron ketchup y me comieron en pedacitos.
No sé a dónde iré a parar, pero sé que no volveré a la estantería del supermercado.
JUAN MONTALVO MARTÍNEZ, 3ºA
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MEMORIAS DE UNA FLOR
Estando sentada al ras del suelo, como todos los días de mi vida, pensé: ¿Qué hago yo aquí todos los días de mi vida? ¿Por qué no puedo levantar del suelo ni relacionarme con los demás? ¿Y por qué a mí? Mi vida es muy simple y realmente muy aburrida. Cuando amanece, mis pétalos se van abriendo, al cabo del día miles de personas pasean a mi alrededor e incluso algunas me pasan por encima con la suerte de no pisarme, pero otras pasan sin darse cuenta y me pisan rompiéndome mis maravillosos pétalos y sin preocuparse del daño que me hayan podido causar.
Así llega el anochecer, cuando mis pétalos se cierran y me quedo dormida hasta el amanecer de un nuevo día.
ROCÍO RUIZ MINUESA, 3ºC
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MEMORIAS DE UNA PAPELERA
Me acababan de traer de una caja grande y me encontré en el suelo viendo gente de todos los tamaños (grandes, pequeños...) que solo se acercaban a mí para tirarme las cosas que no necesitaban. Lo mejor fue cuando vinieron un día a recoger las notas, algunos estaban tristes y otros felices. Menos mal, se acabó, ya no les volveré a ver hasta el próximo curso.
MANUEL HERNÁNDEZ, 3ºA
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MEMORIAS DE UN TUBO DE ESCAPE
Nací de una barra de acero. En una factoría de China me cortaron, me confeccionaron, me pintaron, me abrillantaron y me metieron en un camión, en un avión y, cuando llegué a mi destino, me metieron en una caja de cartón y me expusieron. Me compró un individuo que tenía un SEAT 600. Me montó en el coche, me conectó a la salida de gases, me puso un aparato para hacer ruido, y arrancó. Al principio me asaba de calor. Fui así hasta que se me hizo un agujero (a causa de la oxidación) en el silenciador. Me quitó, me cambió por un congénere y me tiró a la basura.
GONZALO FERNÁNDEZ, 3ºC
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MEMORIAS DE UNA CAMISETA ROJIBLANCA
Blanco y rojo son mis colores divididos verticalmente y soy del Atlético de Madrid. Estoy en una tienda, en la sección de deportes, donde hay muchas como yo. Siempre nos miran muchas personas, pero siempre se llevan una blanca con el escudo del Real Madrid y nunca nos llevan a nosotras. Hasta hay gente que se pone enfrente y se ríe. Yo no pierdo la esperanza de que algún día venga alguien que esté interesado en comprarme, pero nunca viene nadie.
Ya sé por qué la gente dice que somos sufridores. Ahora me llevarán de vuelta al almacén y de allí nunca saldré.MIGUEL ÁNGEL CORDERO, 3ºA
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MEMORIAS DE UN PIRCING
Era la primera vez que veía la luz, la gente me miraba con curiosidad, aunque yo estaba dentro de una caja de cristal. Mucha gente intentaba cogerme, pero no podía, me señalaban, sonreían y se iban. Un día, una chica de unos catorce años e señaló sorprendida, rápidamente llevó sus manos al bolsillo, rebuscó en él y sacó dinero, llamó a una dependienta, me señaló de nuevo y la dependienta abrió la puerta de cristal y me cogió con cuidado, me metió en una bolsa de papel y me dejó allí. Al cabo de un tiempo, alguien abrió la bolsita, era la chica que me compró; con una cara sonriente me cogió, me limpió y me colocó en su labio, no sin antes, claro, quitarse un pircing que tenía justo en medio del labio inferior. Con cuidado me puso en el lugar que antes había ocupado el anterior pircing. La chica, a la que todos llaman Yeli, me limpia todos los días y con cuidado me vuelve a colocar en su labio. He conocido muchos sitios nuevos: parques, tiendas, su instituto, mucha gente y, obviamente, su casa. Soy muy feliz, pues siempre o casi siempre me acaricia, todo el mundo me mira con sorpresa y de vez en cuando me cambian y me colocan en una cajita de plástico donde puedo descansar. YELITZA NEREIDA CUEVA FACTOS, 3ºA
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MEMORIAS DE UN LÁPIZ
Era la primera vez que me sacaban del envoltorio tan frío y transparente que me cubría, para cambiarme de hogar e irme al sitio ese tan calentito y cómodo con los oficiales de primera, también llamados bolis. Allí me hice un amigo que era muy divertido, metía la cabeza en su boca y me peinaba y salía reluciente. Cuando me usaron estaba muy nervioso y le puse la hoja muy sucia. Yo sentía que se me acababan los días por el uso que me daban. Los pies me los mordían como si fuera una mazorca. Los oficiales iban cayendo como moscas, pero lo más raro es que volvían otros como ellos. A mi amigo se le rompió la cuchilla y lo tuvieron que cambiar, y para mi sorpresa mo me metieron un sacapuntas en mi hogar, sino la competencia, un portaminas con sus hijas, las minas. Y yo, el pobre lápiz, me tuve que ir a mi antigua casa con los demás, a esperar a que la competencia se trague sus propias hijas.
DANIEL LÓPEZ HUETE, 3ºF
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MEMORIAS DE UN COCHE
Primero me construyeron en un taller, luego pasé a las manos de una de las marcas más caras del mercado, exactamente a Mercedes. Después de estar en fábrica un mes, por fin salí al mercado, nadie me quería comprar porque era muy caro, pero un día el dueño de la fábrica decidió bajar el precio de ese fabuloso coche negro. Al día siguiente, un señor muy majo vino buscando un coche que corriera mucho, el vendedor le dio a elegir de entre mis compañeros, pero él dudó tanto que al principio yo pensaba que no me iba a escoger a mí sino a otro, pero él dijo que no, no le importaba el precio, que ascendía a 37.000 euros. Al día siguiente ya estaba fuera del concesionario corriendo con mi nuevo dueño. A día de hoy estoy parado en un garaje sin poder moverme, pero bueno, la vida es así. Ahora otro BMV quiere ocupar mi sitio. FRANCISCO PÉREZ LÓPEZ, 3ºC
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MEMORIAS DE UN ESTUCHE
¡Hola, soy un estuche! Mi vida es muy ajetreada, voy de allí para acá todos los días menos los fines de semana. Los señores bolígrafos, lépices y goma de borrar viven dentro de mí. También tengo vacaciones en verano y alguna que otra fiesta. El verano me encanta porque mi dueño es inteligente y nunca le queda nada, por lo tanto, me paso las vacaciones tocándome la cremallera.
Bueno, esta es mi interesantísima vida. ¡Hastra otra, camaradas!
ALEJANDRO FERNÁNDEZ DE LA TORRE, 3ºC
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MEMORIAS DE UN BILLETE
Soy alargado y muy fino. Estoy casi siempre en una cartera o en un cajero, ya que no tengo dueño fijo, porque voy de mano en mano. La verdad es que soy muy querido, ya que procuran cuidarme bien, aunque cambio de propietario cada dos por tres, hasta que llegue el día en el que regrese al lugar de donde vine y me lleven otra vez al Banco de España para destruirme, porque ya estaré viejo, desgastado y roto, para volver a hacer otro nuevo de mí. PEDRO REQUENA TALAVERA, 3ºD
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MEMORIAS DE UNA SILLA
Era el árbol más viejo y frondoso del bosque y y el día más soleado del mes de agosto del 92 unas grandes máquinas, con muchos seres (que con el tiempo he sabido se llaman humanos) me talaron, me metieron en una gran fábrica en la que me limaron y fueron dando la forma que ahora tengo. Cuatro patas, un respaldo, en fin, una silla. He estado en la misma casa desde que salí de ese gran almacén de sillas. Azules, verdes, rojas, hasta una rosa, me acuerdo yo, más graciosa ella... Y yo, que era la silla más simple de todas, tuve la suerte que todas ellas no tuvieron. Me tocó una gran casa, gran familia, un perro, un gato, dos loros y tres conejos... Mucho alboroto , la verdad, pero he de admitir que me trataban muy bien, nunca me tiraron al suelo, ni me llevé más acciones encima que la de sentarse. Seis años, y los más felices de mi vida me atrevo a decir, y ahora he oído decir que me reciclarán para convertirme en una silla más bonita, así que, al fin y al cabo, ya no es un final tan triste, me pregunto si recordaré estas cosas cuando sea una nueva silla. De todas formas, si no las recuerdo... viviré otras nuevas...
LOLY BARRERA, 3ºC
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MEMORIAS DE UN BOLÍGRAFO
Mi vida se basa en estudiar, apuntar las cosas o cotillear las cosas que escriben conmigo. Tú no sabes cómo puede llegar a ser mi vida. Dependiendo de la persona que me compre, tengo una vida distinta. Hay del tipo de persona estudiosa que me utiliza para apuntar apuntes y cada día voy aprendiendo más cosas. Hay otros tipos de personas que siempre se olvidan de las cosas y me utilizan para apuntárselas en el cuerpo (tú no sabes qué risa cuando les hago cosquillas escribiéndoles). Hay otros que directamente casi ni me utilizan ni estudian ni les importa nada. Para ellos todo es un rollo y me utilizan para pasarse notas, tirarme por ahí dando a alguien o directamente me quitan las tripas y me utilizan como lanzador de bolitas de papel. Así de triste o divertida puede llegar a ser mi vida.
RAQUEL GÓMEZ HERNÁNDEZ, 3ºA
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